Helena tiene la vida perfecta, está en sus 50’s y ha llenado todos los parámetros sociales a lo largo de su vida. Sus padres le brindaron la mejor educación y se graduó como contadora y gestión financiera, trabaja en una renombrada compañía en Santiago de los caballeros donde promete ascenso.
Vive en el centro de la ciudad junto a su esposo Mario, con quien lleva más de 30 años de matrimonio y su hija Elsa, quien acaba de graduarse.
Helena es una mujer trabajadora, un poco Psicorrígida y cuadrada, lleva una vida tan organizada que raya lo obsesivo-compulsivo.
Su madre murió hace 3 años de cáncer y en este momento lo que quita el sueño es que pueda heredar esa enfermedad, y su padre, quién es su admiración y recientemente ha sido diagnosticado con Alzheimer.
Helena comienza a experimentar unos pequeños ataques de pánico y pesadillas desde que sacó a su padre de la casa familiar y lo llevó a un hogar de cuidados de ancianos. A medida que siente que las cosas se le escapan de las manos y no las puede controlar, se van agudizando.
Sus problemas comienzan cuando su hija decide mudarse a la capital para ejercer allí su profesión, sintiendo Helena el síndrome del abandono del nido… y decide, por la ausencia de su única hija y por recomendación de su amiga Naty; quien es una Hippie y divorciada, revivir la llama del amor con Mario, que por mucho tiempo le ha restado importancia.
Helena descubre por medio de una llamada telefónica que Mario tiene un hijo de 7 años, esto la deja destrozada, con el corazón roto, traicionada y aterrada por la idea de que podría terminar sus días sola, de que su vida podría no ser como la había planeado en toda su existencia que sería en esta etapa.
Junto a estos acontecimientos, se presentan una serie de adversidades.
En el trabajo, donde lleva más de 20 años, su jefe se pensiona, dejando a su hijo al mando, un joven innovador y energético, que llega con nuevos cambios estructurales y tecnológicos, cosas que ella aún no maneja y que su compañera laboral y amiga Mirna tratará de ayudarla.
Llega un nuevo vecino ruidoso y cochino, quien comienza a hacer mejoras en el apartamento encima del de Helena, desmejorando el de ella con filtraciones y ruidos constantes de construcción.
En medio de toda su crisis emocional, su padre, a quien tiene varios meses sin ver, porque le apena profundamente la idea de que pronto no sabrá que ella es su hija, lo envían a su apartamento desde hogar de ancianos, por recomendación del geriatra, para que se relacione más con la familia.
En la primera visita de Elsa, ella le confiesa a Helena que será abuela.
Helena entra en un desequilibrio emocional y su amiga le recomienda unos retoques físicos, pero esos cambios no llenan el vacío interior.
La Dra. le dice que tiene que verla en persona… dejando a Helena sumamente angustiada y asustada., para luego diagnosticarle que tiene la menopausia, dejándola aliviada de que no está enferma de cáncer y achacándole muchos de sus recientes cambios de humor a la menopausia.
Esta lluvia de problemas inesperados, la llevan forzosamente a encontrar a esa persona fuerte y emprendedora que lleva dentro, y que por mucho tiempo había ignorado por cumplir y complacer a los demás., todas estas dificultades anteriores la llevan a adoptar una nueva actitud, a crear un nuevo estilo de vida, el que nunca hubiera descubierto sin los inconvenientes salvados.
Descubre que ya era costumbre y no amor su relación con Mario; que su hija tiene una gran sabiduría y madurez, a emprender su propia compañía independiente, a sobrellevar la enfermedad de su padre, a pedir ayuda cuando la necesita y que el vecino es buen cocinero, aprende a aceptar que muchas cosas están fuera de su control y comienza a vivir su propia vida.